Llegué temprano… pero a tiempo 🕰️
Hoy decidí caminar entre la historia viva de Barranquilla, esa que todavía respira entre muros agrietados y voces de mercado. Me fui a la segunda etapa del mercado El Playón, ese ícono que por años fue abandonado, pero que ahora, poco a poco, comienza a renacer. Llegué temprano, demasiado quizá, porque aún están adecuando los locales y muchos comerciantes no se han mudado… pero ya se siente lo que viene: un espacio digno, renovado y necesario para los vendedores del sector.
El sol se colaba entre las estructuras nuevas, aún sin llenar del todo, pero ya prometen orden, limpieza y mejores condiciones. Los pasillos amplios, los techos firmes, el olor a pintura fresca… todo contrasta con el panorama del viejo mercado que aún opera a unas cuadras. Aquí se empieza a construir una nueva historia.
Entre frutas, memoria y dignidad 🍌🧄
Me dediqué a averiguar algo más de este mercado. Resulta que fue inaugurado en 1885, junto al mercado de La Magola. Con el tiempo cambió su estructura, su gente, su ritmo… pero no su espíritu. La plaza de mercado, ubicada sobre la calle 30, ha sido punto de encuentro entre campesinos, comerciantes, compradores, y más recientemente, hasta turistas curiosos que vienen por frutas exóticas o simplemente por la experiencia.
Sin embargo, la historia también está llena de olvidos. El mercado sufrió abandono, y los vendedores, resignados, vendían en medio del barro, los malos olores y el desaseo. Hoy, con esta nueva etapa y el impulso del mercado de granos, muchos se sienten esperanzados. Hablé con algunos de ellos, y una palabra se repitió varias veces: «dignidad».
«Ya no se nos embarran los zapatos», «ahora sí da gusto trabajar», «ya no se llueve más adentro que afuera», me dijeron. Esa última frase me quedó retumbando en la cabeza…
Un mercado que clama por un nuevo capítulo ⚠️🔥
Después del recorrido por la parte nueva, me fui a caminar las zonas que aún no han sido intervenidas. Ahí fue donde la frase de la señora cobró más fuerza. El antiguo Playón es una ruina viviente: tejas rotas, malos olores, basura acumulada, instalaciones eléctricas improvisadas y peligrosas. Vi una maraña de cables conectados de forma ilegal a líneas principales. El riesgo es latente. Incendios ya han ocurrido. La dignidad aquí todavía no llega… pero está en camino.
Caminar por este mercado es caminar por la historia viva de la ciudad. Aquí se siente la nostalgia de cuando los caños eran navegables, de cuando los mercados eran emporios y no quedaban relegados por los supermercados. Este es el corazón popular de Barranquilla, que ahora late un poco más fuerte… y con esperanza. ❤️
También noté cómo los separadores de la calle 30 están siendo rediseñados. Ahora son más angostos para ampliar la avenida y mejorar la movilidad. Todo esto hace parte de un plan más grande que, si se hace bien, podría devolverle al centro de Barranquilla el lugar que merece.
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