📍 El inicio de un viaje doloroso
Comienzo una nueva serie de programas desde Armero, Tolima, escenario de la tragedia más grande en la historia de Colombia.
El 13 de noviembre de 1985, una ciudad entera desapareció bajo el lodo y la furia del volcán Nevado del Ruiz.
No existe certeza del número exacto de víctimas: se estima que entre 30 mil y 50 mil personas perdieron la vida aquella noche.
🏥 El hospital que quedó en pie
En medio de la desolación, el Hospital San Lorenzo resistió parcialmente.
El lodo entró por la parte posterior y sepultó el primer piso, pero el segundo quedó intacto.
Recorrerlo fue entrar a un sitio congelado en el tiempo: paredes húmedas, pasillos oscuros y un silencio que parece gritar la magnitud de la tragedia.
Cada rincón guarda cicatrices, cada pared es testigo de lo que ocurrió.
👶 La pintura que resiste
Lo más sobrecogedor fue llegar a la sala de niños.
En la pared, una pintura aún permanece: Blanca Nieves y los Siete Enanitos.
Maltrecha por el tiempo, pero aún reconocible, es un recordatorio silente de que allí, hace más de 40 años, había vida, risas y recién nacidos.
Hoy, esa imagen se aferra a la pared como símbolo de resistencia, mientras alrededor todo es dolor y desolación.
💀 El hallazgo macabro
Entre los escombros encontré algo que me estremeció: un hueso humano.
Por su tamaño, muy probablemente perteneció a un niño.
Estaba junto a una veladora, lo que sugiere algún tipo de ritual de hechicería.
Armero, con el paso del tiempo, también ha sido escenario de prácticas oscuras.
Un hallazgo que más que perturbador, resultó profundamente macabro.
🪳 Entre el miedo y el abandono
Mientras avanzaba por los pasillos del hospital, noté un movimiento en el suelo y las paredes.
Eran cientos de cucarachas, dueñas del lugar.
Por un instante pensé en lo aterrador que sería si todas decidieran volar… por fortuna, no ocurrió.
El abandono ha hecho de este espacio un refugio para lo indeseado, mientras la memoria del país sigue siendo frágil.
🙏 Una memoria que no debe apagarse
Armero es más que una ciudad desaparecida: es una herida abierta en la historia de Colombia.
Caminar por sus ruinas es entender que el dolor aún sigue vivo, que el silencio tiene voz y que el olvido sería la segunda muerte para miles de víctimas.
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